miércoles, 27 de noviembre de 2013

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Niuyorcleteando

Primera experiencia. Tuvo por destino inicial y controlado el Central Park. El circuito de bicicletas mide alrededor de 10 km, en un parque de aproximadamente 4,5 km de largo por 500 mt de ancho, con varios lagos en su interior. Vaya parquecito. Hacía calor, un calor húmedo que da cuenta de las aguas de la corriente del golfo de México que llegan deshilachadas, pero aún cálidas hasta allá al norte al principio del otoño.
La vía dentro del parque es compartida entre autos (principalmente de mantenimiento del mismo parque), peatones, runners y ciclistas. La parte de ciclistas tiene vía expresa (a la derecha, lo más raro) y a la izquierda para turistas paseadores como nosotros. Los ciclistas deportivos circulan a altas velocidades y tienen poca paciencia con los desconocedores de las reglas. Fue el primer encuentro con la cultura ciclística neoyorkina en su versión impaciente.

El dominicano que nos arrendó las cletas, híbridas negras, livianas, bien ricas, nos dio un par de recomendaciones generales que fuimos siguiendo: no andar nunca por las veredas, ir con el sentido del tráfico, respetar los semáforos. El casco es optativo (raro dada la obsesión por la seguridad de los gringos, pero entendible al final por el nivel de respeto al ciclista. En 3 días completos de movilidad intensiva en dos ruedas no pasamos ningún susto importante. Casi risible cuando uno se mueve a diario por Santiago, no?)
La primera media cuadra por la calle 54 hacia el east para tomar la 8° avenida al norte hasta Columbus Circle, en la esquina surponiente del parque generó un subidón de adrenalina que me hizo gritar. Al fin en bici por NY!!
Envalentonados por el paisaje, la sensación de libertad, el sentirnos en la capital del mundo, después de terminar la vuelta al parque tomamos la decisión de irnos hasta el Riverside Park, a echarle una mirada al Hudson River. Nos fuimos por la 72, justo al frente de Strawberry Fields, y pasando por la puerta del edificio donde están las llamas eternas, a propósito del loco de mierda que creyó era una buena idea descerrajarle un par de balazos al gran John, ahí justo a la entrada de su casa.
Hay una ciclovía en casi cada avenida de Manhattan. Están en la misma calle, separadas del tránsito por la hilera de autos estacionados. Genial. Y también las hay por todo el contorno de la isla, por la orilla del Hudson y por el East River. A veces se interrumpen un poco, hay que aplicar cierta creatividad y sentido de orientación para conectar una con otra, pero en síntesis puedo declarar a Manhattan como la capital mundial de ciclismo urbano, sin lugar a dudas.
Bajamos por la espectacular, por la vista, pista de bicicletas del Hudson, sin destino cierto, hasta que a la altura de la calle 22, mirando hacia el interior me di cuenta de que reconocía la inimitable silueta, vista previamente en fotografías, del High Line Park. Encadenamos las cletas en un poste de la calle 20, entre antiguas bodegas portuarias, hoy convertidas en estudios de diseño o publicidad, o bien galerías de arte mega onderas (pleno barrio de Chelsea), y nos fuimos a recorrer el High Line. No es estrictamente un tema bicicletero, pero ese parque de rieles elevados de antiguo tranvía reconvertido en parque urbano super fashion es desde luego lo que más me gustó de NY. Puede haber influído la azarosa y aventurera forma de haber llegado hasta él.

Segundo día. Partimos a pie a un flee market de la calle 39, para después meternos al sistema de arriendo de CityBikes, que parecía muy atractivo con sus cientos de estaciones para sacar y devolver las bicicletas azules en cualquier punto de la ciudad. Cuec, decepción, el sistema no aceptó nuestras credit cards sudacas. Feroz cambio de planes, quedamos de vulgares peatones.
Nos fuimos entonces al Grand Central Station, no muy lejos de ahí, pasando casi por casualidad por el Bryant Park, una plaza genial, al costado de la biblioteca, que es en el fondo un mega café literario. Por todos lados hay mesas y sillas gratis. Prestan diarios y libros, varios puestos venden café y bebidas. Como para pasar una tarde entera.
En el Grand Central, gran y cinematográfico lugar, encontramos una tienda Apple (en todo lugar realmente cool de la ciudad hay una. En realidad casi es al revés, si uno encuentra una tienda de la manzanita puedes estar seguro de que estás en un lugar o barrio que vale la pena conocer. Así encontramos la de la 5° av con Central Park, la más famosa del mundo, también esta de la estación central, la de Soho, la del barrio del Lincoln Center…), que tienen la gracia de Internet gratis de buena velocidad. Gracias a la aplicación NYCbikemap (gran aplicación ya que el mapa de ciclovías queda guardado y se puede revisar aún sin conección a la red, marcando además la ubicación de uno a través del puntito azul del GPS del Iphone. O sea NYCbikemap fue mi copiloto) pude averiguar la ubicación de la tienda de bicicletas más cercana, que encontramos sin mucho esfuerzo gracias a la ya mencionada aplicación en la calle 41 con la 1° avenida, a pasos del East River y en la esquina del edificio de la ONU, barrio cuicón, como casi todo el East Side de ahí para arriba. No para abajo, que es donde está ChinaTown, descubrimos también casi por casualidad un rato después.
En Conrad´s Bike Shop no sé si el mismo Conrad nos pasó unas bicicletas paltonas de paseo con puños y asiento de cuero, con plazo de 3 horas para andar, porque era sábado y Conrad está chato de esperar a turistas que se atrasan o pierden y lo dejan clavado en su pinche negocio.
Decidimos bajar por el la vía del East River hasta el Brooklyn Bridge, que está cerca del extremo de la isla, por allá por donde empieza el barrio financiero. En el camino la Pao rejura que nos cruzamos en sentido inverso con Bruce Willis que iba cicleteando río arriba. No puedo ni afirmar ni contradecir la percepción. Yo al pelao no lo vi.
Nos dio hambre por el camino y paramos en ChinaTown a tratar de comer algo. Al ser Conrad de tienda cuica nos pasó una cagada de candado (no como el dominicano de Liberty´s Bicycles, con quien volvimos al día siguiente, que atinadamente nos pasó una cadena con eslabones como para anclar un barco y un candado como de portón de fundo) que hizo no nos atreviéramos a dejar las cletas elegantes solas en un barrio tan piruja (porque ChinaTown es totalmente flaite). Resumen Macdonald´s to go (que bueno es Macdonald´s en USA!, ná que ver con los de acá) comido en una placita de barrio junto a unas señoras jubiladas y las palomas.
En Brooklyn Bridge, una vez pudimos acceder con las cletas al puente (labor nada fácil ya que están remodelando los accesos. En NY todo está en permanente remodelación. En todos lados en todos los barrios hay obras en ejecución, será eso el progreso, digo yo) nos encontramos con flor de protesta de inmigrantes. Venían hordas de mexicanos, cubanos, puertorriqueños, coreanos, chinos, africanos y otros indeterminados caminando en sentido opuesto al nuestro tocando tambores, tocando cornetas (vuvuzelas los africanos) y gritando por la reforma: what do we want? Inmmigration reform!, when do we want it? NOW!!
Después caché que parece ser que el puente es lugar habitual de protestas, una especie de Plaza Italia versión NY.
Costó entonces llegar a Brooklyn, donde sólo conocimos el parque a orillas del río para apreciar las famosas vistas del skyline de Manhattan, específicamente de Wall Street a esa altura.
Volvimos por el Manhattan Bridge (puente hermano y paralelo) y vía ChinaTown a la segunda avenida por donde raudos y ya cachando mejor los códigos no escritos del ciclismo urbano local (ejemplo no pararse con la bicicleta justo en la zona demarcada en las esquinas cuando te pilla una luz roja, ya que por ahí pasan los peatones, algunos de los cuales aprovechan de descargar alguna tensión guardada contra el incauto e inapropiado cletero sudaca) llegamos justo a tiempo a la tienda, donde Conrad nos recibió con alivio.

Tercer y último día de cleta. Ya sintiéndonos hábiles ciclistas volvimos tempranito donde Liberty´s a buscar nuestras híbridas con cadena de verdad para recorrer la isla por dentro.
La columna vertebral de Manhattan es Broadway, la única calle oblicua en todo este entramado dameriano de avenidas y calles con números. En la parte más sur de la isla, la ciudad original, también se desordena la cosa, las calles son más curvas y tienen nombres propios. El resto es todo cuadradito y numerado, con calles de un sentido intercalado, una pallá otra pacá, avenidas de norte a sur, calles de este a oeste. Fácil fácil para un viñamarino del “plan”.
Broadway entonces es una calle muy importante, mucho del principal comercio e hitos urbanos están en alguno de sus tramos (Lincoln Center, que es donde está el Met de ópera, Times Square, especie de “centro” de la ciudad y sector de los famosos teatros de musicales, Madison Square Garden, el barrio de los joyeros, etc.)
Bajamos por ella entonces hasta el Village, antiguo barrio fashion, hoy reemplazado por Chelsea, pasando por Eataly, centro gastronómico italiano increíble donde paramos a almorzar una auténtica pizza italiano-neoyorkina (es un lugar al que me hubiera gustado ir alguna vez con el Mario Canepa, como gozaría ver todos esos quesos, embutidos, pasta, salsas, restoranes ,etc etc italianos todos juntos).
Vueltecita por el Village, caminata por el Soho, barrio de artistas y tiendas fashion, todo caro. En una librería de barrio nos topamos con Zadie Smith firmando autógrafos de sus libros, cual pasaje de “antes del atardecer”.
Cleteo hasta la punta de Manhattan, Battery Park, con la mejor vista a la estatua de la libertad. Anécdota bicicletera perfecta, estando ahí llegaron varios gringos blancos y negros, unos 7 u 8 en bicicletas pisteras muy pro. Me pidieron que les tomara una foto, ya que acababan de terminar en ese preciso instante y lugar un viaje en bicicleta que habían iniciado hace ya un buen tiempo, en California!!

Aprovechamos de visitar Wall Street y el memorial de las torres gemelas antes de devolvernos cansados pero felices por todo el contorno del Hudson hasta nuestro barrio y tienda de bicicletas favorito.
Conclusiones:
-Con 8 kms entre el Central Park y la punta de la isla y 2 km de lado a lado a la altura del mismo parque, Manhattan es la ciudad perfecta para recorrerse en bicicleta. Está llena de ciclovías, los autos y hasta las micros respetan al ciclista. Quien no hace su experiencia en bicicleta al ir creo que se está perdiendo algo importante.

-Considerando lo desafiante de moverse en bicicleta por una ciudad desconocida para alguien no habituado, creo que la Pao fue la compañera perfecta para la aventura que da lugar a este relato. Gracias por apañarme amor!