viernes, 31 de mayo de 2013

Hay muchos Chiles

Hay muchos Chiles.
Hoy por la lluvia me subí a un taxi. Hace tiempo que no andaba en taxi. Había andado en auto esta semana y ya había notado el distinto estado mental, y físico, en que sin darme cuenta entro cuando dejo varios días la bicicleta.
Andar en taxi sin embargo es mucho más distinto. 
Me subí al auto con sillones con forro protector, 180 mil kilómetros de historia. Olor algo azumagado. El chofer trata de meterme algo de conversa sobre una noticia de la araucanía que aparece en la radio. Entre mis rasgos fóbicos sociales, la modorra de la mañana y el temor de caer en una discusión (uno nunca sabe de q
ué lado puede estar un taxista), preferí gruñir.

Pienso, este es un Chile diferente. Este señor anda en esto todo el día, todos los días. En este auto, con esta radio, con este olor. De ese Chile yo no me entero.
Recuerdo la película aquella donde cámara en mano muestran conversaciones de taxi por Manhattan.
Probablemente en los taxis uno puede tener un buen vistazo de lo que es una ciudad, un país. Es como el Chile término medio.
El conductor cambia la radio. Sale hablando Pablo Aguilera. Una señora le cuenta el por qué está pensando separarse. Pablito entre que la escucha y la agarra pal hueveo. Hacen como que es en serio. Le da consejos con voz melosa.
Me duele la guata. Me da una angustia que creo relativa al voyerismo patético al que me obligan a ser oyente. El chofer no da signos de disfrutarlo, tampoco de sentirse agobiado como yo.
Por qué nadie le pone una bomba a Pablo Aguilera?